Cuentos de Camino
“Un bongo remonta el Arauca bordeando las
barrancas de la margen derecha. Dos bogas lo hacen avanzar mediante una lenta y
penosa maniobra de galeotes.... “
No así no iba el cuento. Ese es otro…
Probemos de nuevo.
Oscurece en la llanura Venezolana, poco a poco el cielo cambia de color, del azul al naranja, luego rojizo. “El Sol de los Venaos lo llaman los viejos”. Es el momento en que aprovechan para acercarse al río o a las lagunas a beber. Se camuflan con esa luz y el color de su piel. El sol sigue su marcha hacia el horizonte finalmente se esconde tras un morichal que crece a lo lejos en uno de los tantos afluentes del Orinoco. Se aproximan las sombras y con ella cambia la vida. Se hacen más intensos y extraños los ruidos en el campo para alguien que no haya crecido allí. Fuera del Familiar Muuuuu de alguna Vaca, Los ladridos de los perros y el cantar del gallo. Casi todo es desconocido y se presta para inventar espantos, fantasmas y leyendas. El canto de una Pavita esa pequeña lechuza que según dicen augura la muerte de quien la escucha o de un aguaitacaminos que increpa al viajero de a pie ¿Tú vas por ahí? ¿Tú vas por ahí? ¿Tú vas por ahí? Todo eso lleva al llanero a recogerse temprano. Claro al que le gusta ir de fiesta o parranda le toca andar los caminos de noche casi siempre solo y a pie. No todo el mundo tiene un caballo. Y eso lleva al llanero creer o más bien a inventarse historias. Como aquella de La Sayona, aquella hermosa y alta mujer que se aparece en las noches vestida de blanco seduciendo al viajero con sus encantos y de manera repentina se transforma en una fantasma esquelética de enormes dimensiones y espanta al mujeriego con un desgarrador grito que es capaz de erizar los pelos incluso de quien la escuche a lo lejos. O El Silbón ese temido espanto cuyo silbido es sinónimo de muerte segura si se escucha muy lejos o al contrario que no hay nada que temer si se oye cerca. (Silbido do, re, mi, fa, sol, la, si). “Parece que está lejos”. Cuantas historias habrá escuchado Juan Encarnación en toda su joven vida… El Carretón, La Llorona, El Ahorcado, El Anima Sola, El Burro de Catuche, Florentino y el Diablo… Ya había perdido la cuenta, muchas se perdían y se mezclaban entre sí en su memoria.
Así creció Juan Encarnación, el escuchar estas historias
le causaban risa, el no cree en espantos, fantasmas ni en cuentos de camino. Se
considera muy valiente y a todo le busca una respuesta lógica y sabe que muchas
buscan asustar al mujeriego y borracho dar lecciones de moral o son producto de
bromas de muchachos, incluso él y sus amigos se hicieron pasar por el ahorcado
o el silbón en alguna ocasión para asustar a algún borrachín del pueblo. Por
eso no le preocupaba caminar solo de noche por el monte y disfrutar de las
estrellas y la naturaleza. Solo atento por alguna culebra, un tigre, un
cunaguaro o cualquier bicho peligroso que suele salir por allí en el monte.
Uno puede pensar que Juan Encarnación era muy Valiente u
Osado. Qué nada le asusta. Pero no, A él le asusta el negro Rafaelon, Es muy
grande y malvado le gusta pegarle a él y a los otros chicos más pequeños, Ya se
enterará cuando yo crezca pensaba siempre. También estaba María, no le pegaba a
nadie, pero cuando lo miraba sentía como si lo mirara una fiera herida. No
sabía porque las chicas eran tan raras. Realmente a ella no le tenía miedo, era
otra cosa, a ella no le podía negar nada. Como aquella vez que le pidió miel de
Aricas. Con lo bravas que son abejitas.
Termino todo picado. Duro una semana todo hinchado y escuchaba hasta en sueños
el zumm de las abejas. Eso le había hecho plantearse si era buena idea hacerle
tanto caso a María. Solo lo metía en líos. Su madre le decía que era porque
estaba creciendo y le iban interesar las chicas y ahora era cuando le esperaban
más problemas. Pero el no pensaba tanto en eso, a sus 12 años tenía otros
intereses. Como aprender a montar bien, a arrear el ganado o como se hace una
buena Soga de cuero o de esparto. Él es el Becerrero en la hacienda del Tío Simón,
no es su tío pero todos le mientan así. Se levanta muy temprano. A las vacas
las ordeñan de madrugada, antes de salir el Sol. Su trabajo es interesante,
curar a los becerritos recién nacidos, ayudar al ordeñador mandándole los
becerros que tocan a cada Vaca. Hacer queso y cuajada y llevar la leche fresca
a la casa del patrón. Y lo más impórtate es vigilar a las vacas que están por
parir. Les gusta esconder a los becerros cuando nacen y se enferman. Se sienta
en las trancas de la empalizada y las vigila por las tardes a ver a donde se meten
a parir. Allí mira como cae el sol y piensa en sus cosas.
Las tarde las tiene libres para salir a jugar y buscar
frutas por el monte. O ir al rio y tratar de pescar algún pavón. Aunque casi
siempre termina sacando un bagre. Es que el pavón es muy grande y no es fácil
de coger.
El quiere estudiar en la escuela del pueblo aprender
mucho. A él le gusta leer y su madre dice que puede llegar a ser un doctor. También quiere viajar a la ciudad donde su
primo Carlos y conocer el mar. El dicen que es más grande que el Orinoco. Que
no se puede ver la otra orilla. Pero él no le cree mucho, esa gente de ciudad
es muy dada a exagerar las cosas.
El quiere estudiar
Veterinaria, Y eso significa irse a la
ciudad. Eso sí que le asustaba y no sin ningún motivo.
Había escuchado tantas cosas de aquello que no conocía, a
él no le preocupan los espantos de allí, eso es igual en todos lados, a él le
asustaba la gente, la ciudad, el ruido los coches, las motos…, Su primo Carlos
le había contado de la inseguridad, la delincuencia, aquellos nuevos sonidos
que eran señal de peligro como el de una
moto llegando desde atrás, el de una persona corriendo e incluso el silencio y
la noche habían perdido su encanto y se habían vuelto en cierto modo
atemorizante. No sabía si creer todo lo que decía Carlos.
Es que a Carlos si lo asustan los cuentos de camino.